La doctrina ideológico-religiosa del yoga.
El yoga es más bien una «práctica de salvación», es decir, unas técnicas de perfeccionamiento,de «ascética y mística», antes que una teoría o una filosofía; sin embargo, hay una «escuela filosófica» del yoga, con «una metafísica» y «una psicología» que quieren justificar sus técnicas y métodos. Esta escuela filosófica es teísta, y pone en el principio la existencia del Señor del mundo, Ishvara (aunque luego en muchas ocasiones tiende al panteísmo). El universo es considerado «real», pero esa «realidad» se debe a la ignorancia del espíritu (purusha) encarnado en el ser humano; cuando el purusha se libera por el yoga, entonces el universo desaparece. La creencia de que el universo existe sería, pues, consecuencia de la ignorancia humana (tal vez a influencia de estas ideas se deba el desprecio con que en la India se considera este universo). Se rechaza esta vida porque se sabe que hay otro modo de ser sagrado. Toda manifestación del cosmos pertenece al no-ser y la naturaleza no tiene una realidad ontológica; todo aparece, llega a ser, desaparece, se transforma. El yoga busca la liberación de esta fuente de dolor que tiene, sin embargo, un valor positivo porque estimula al ser humano a buscar la liberación. El espíritu, el purusha, por su presencia pasiva, hace que la Substancia primordial, la prakriti, ponga en movimiento su fuerza creadora y dinámica através de las acciones y reacciones de sus tres energías o modalidades, los gunas. En el ser humano se crea la noción falsa del ego, del yo (ahamkára), individualización ilusoria del sí. El yoga considera que toda experiencia psíquica es un proceso del juego de los gunas, modalidades de la Substancia primordial universal. Ésta se presenta en forma de vibraciones, gracias a la sola presencia del purusha, siempre inactivo, y el universo está formado así por una serie de planos de substancia sutil y, al final de su manifestación, de sustancia material que corresponde a nuestro plano terrestre. Lo mental en el ser humano pertenece a esa substancia vibratoria y las cualidades morales, la bondad, la pureza, así como el ascesis, sirven como purificadoras de la substancia sutil que forma los diversos cuerpos invisibles del ser humano. Es la misma substancia universal, constituyente del cosmos y del hombre.
Psicológicamente, el reflejo del purusha en los planos sutiles del individuo forma su inteligencia superior, budhi; debajo están las actividades mentales, el manas, ligadas a las sensaciones que crean el sentido del yo, el ahamkára. La ignorancia hace que el espíritu esté encerrado en el juego psico-mental y afirme así la existencia permanente del yo; este concepto es la fuente de todo dolor, porque se confunde el yo transitorio y efímero del Ser inmutable, eterno, libre e inactivo, actuando solamente por su presencia en la prakriti y que nunca puede individualizarse.
Este resumen de las doctrinas del yoga explica las técnicas utilizadas para acabar con la ignorancia del individuo y darle el «conocimiento de lo real». Este «conocimiento», en realidad, no cambia nada; es un despertar, una revelación de lo que fue y es por toda la eternidad, el Ser inmutable que está detrás de toda esa ilusión, es amáyá. Pero ese conocimiento absoluto no tiene nada que ver con una noción intelectual cualquiera de esencia psicológica; no es el producto de un razonamiento, sino el resultado de una especie de intuición metafísica, una realización. El hombre cree que el espíritu, el purusha, está actuando en el juego de la vida, cuando en realidad es una ilusión de nuestra vida psico-mental; el purusha es sólo espectador (sákshin) y la liberación final, la salvación (mukti), es una toma de conciencia de la libertad eterna del Ser. El despertar es realizar que ese yo sea un producto de la prakriti y que la personalidad humana existencial no sea un último elemento, sino una síntesis de experiencias psico-mentales. Hay, pues, como se ve, en la doctrina yoga la misma oscilación y vacilación monoteísmo-panteísmo que en el hinduismo en general y en los libros de los Vedas, con una intuición natural de la necesidad de una ascética y dominio de sí para captar o desarrollar mejor la vida del espíritu.
